Siria se prepara para celebrar elecciones parlamentarias el próximo 5 de octubre bajo un sistema de votación indirecta instalado este verano por el presidente Ahmed al-Charaa. Un total de 210 diputados serán elegidos, mientras que otros 70 serán designados directamente, conformando una cámara de 280 escaños con poderes muy limitados.
Este modelo electoral, descrito por el gobierno como una fórmula “ni plenamente democrática ni totalmente autoritaria”, combina procesos indirectos y nombramientos para controlar el flujo político, en un país aún marcado por años de conflicto y tensiones internas. La estructura busca legitimar la representación sin abrir la puerta a una competencia plural clara.
A pesar de este sistema cerrado, las candidaturas no se disuaden y se espera que numerosas figuras políticas intenten ocupar uno de los puestos electivos, aunque sin que esto implique un cambio real en el equilibrio de poder. La elección servirá más como reafirmación del régimen que como un verdadero ejercicio democrático.
El Parlamento sirio, cuya función ha sido tradicionalmente de trámite y apoyo al ejecutivo, mantendrá competencias acotadas. Este proceso electoral se da en medio de un contexto regional inestable y con fuertes restricciones a la oposición política y la libertad de expresión dentro del país.
El presidente Ahmed al-Charaa busca con este sistema reforzar su autoridad sin sufrir presiones internacionales fuertes, utilizando una vía que aparenta respeto formal a la elección popular pero manteniendo el control centralizado.
El 5 de octubre será la fecha clave para conocer quiénes serán los 210 diputados electos, mientras los 70 puestos restantes quedarán en manos del Ejecutivo para consolidar su mayoría y garantizar estabilidad política bajo el mando actual.
