El precio del oro en Francia se ha disparado un 35% en el último año, provocando una oleada de robos y presión creciente sobre los comerciantes.
Las tiendas de joyería y compra-venta de oro están en alerta máxima. Con el valor del metal precioso alcanzando máximos, ladrones organizados y revendedores se han volcado a la ofensiva buscando ganancias rápidas.
Para evitar nuevos ataques, numerosos comercios han reforzado sus sistemas de seguridad. Cámaras de vigilancia, refuerzos físicos y protocolos de protección más estrictos son la norma ahora en muchas ciudades.
Vendedores consultados señalan que el aumento del precio, que ha repuntado un 35% en un solo año, impulsa tanto el mercado negro como los ataques directos contra los establecimientos más visibles.
Las autoridades advierten que mientras el valor del oro siga alto, los riesgos para las tiendas no disminuirán. El sector comercial queda atrapado en esta espiral entre oferta creciente de compradores, la codicia de ladrones y la necesidad de proteger sus bienes.
Por ahora, los comercios buscan combinar medidas preventivas con vigilancia constante, pero la situación preocupa y genera un clima de inseguridad que afecta a toda la cadena.


































