Bastien Dollinger, director artístico de la asociación bisontina Vélo-Scène, lanza un proyecto único: transportar un piano de cola de casi 400 kilos a pedales por las carreteras del Doubs, Haute-Saône y Jura.
La iniciativa busca revolucionar la relación entre la música clásica y el público joven. Según datos del Ministerio de Cultura, solo el 2% de jóvenes entre 15 y 28 años asisten a conciertos clásicos. Dollinger quiere llevar el piano fuera de las salas tradicionales, instalándolo en espacios públicos y haciendo la experiencia más accesible y participativa.
La máquina, todavía en construcción, será un “vélo-cargo” capaz de arrastrar el pesado instrumento. El piano podrá girar sobre sí mismo gracias a un sistema suspendido, y el público participará pedaleando para generar la energía necesaria.
“Queremos mostrar que tocar clásico puede ser tan divertido como tocar el último hit de Maître Gims”, explica Dollinger sonriendo.
Este montaje itinerante tiene además un compromiso ambiental: los desplazamientos y conciertos serán de bajo impacto contaminante, apostando por la energía humana.
Dollinger admite que la idea le ha llevado fuera de su zona de confort habitual, donde sus manos trabajan más sobre las teclas que en la mecánica. Por eso, se ha aliado con ingenieros y artesanos para dar forma al proyecto, que actualmente busca financiación mediante una campaña en Ulule.
El simbolismo es fuerte: el piano de cola siempre ha estado asociado a la música clásica y al elitismo. Sacarlo a la calle y dejar que la gente pedalée para hacerlo sonar apunta a romper esas barreras.
El estreno del Piano Cargo promete ser un espectáculo inédito en la región, y un ensayo para abrir la música a nuevos públicos y formatos. El recorrido cubrirá las zonas rurales de Francia oriental, un desafío técnico y cultural en uno.
