La administración de Donald Trump autorizó a la CIA a realizar operaciones clandestinas en Venezuela, según revela un documento confidencial publicado por el New York Times. La orden confirma una escalada agresiva de EE.UU. contra el gobierno de Nicolás Maduro, con objetivos claros de desestabilización.
Desde agosto, Washington ha incrementado su presencia militar en el Caribe alrededor de las costas venezolanas. Hasta ocho buques de guerra y un submarino operan en la zona, apoyados por 10.000 tropas en bases cercanas. Bajo la excusa de luchar contra el narcotráfico, EE.UU. ha atacado y hundido pequeñas embarcaciones, provocando la muerte de al menos 27 personas en los últimos dos meses.
Trump confirmó en conferencia de prensa que ahora la CIA mira “hacia tierra” después de dominar el mar. El documento permite acciones letales dentro de Venezuela, bajo órdenes de atacar directamente al gobierno de Maduro, ya sea unilateralmente o en combinación con operaciones militares más amplias.
El uso del pretexto antidrogas se cuestiona: la mayoría de las embarcaciones afectadas son civiles y pescadores. Trump mismo minimizó las víctimas con un comentario crudo:
“Si yo fuera pescador, no querría pescar aquí.”
Washington acusa a Maduro de liderar un cartel ficticio llamado “Los Soles”, justificando un premio millonario por su captura y preparando el terreno para posibles ataques personales.
La estrategia apunta a aislar y aplastar al régimen chavista, debilitando sus apoyos clave como las Fuerzas Armadas venezolanas. La escalada coincide con incidentes como la reciente supuesta acción bajo falsa bandera contra la antigua embajada estadounidense en Caracas, que Maduro denuncia como provocación y pretexto para subir la tensión.
En 2019, EE.UU. ya apoyó intentos de golpe contra Maduro. Hoy, la movilización militar y el aumento de operaciones clandestinas marcan una transición hacia una amenaza real de intervención terrestre. Esta política sigue la doctrina Monroe con un imperialismo más agresivo, buscando controlar la región y sus enormes reservas petroleras.
La escalada pone en riesgo la estabilidad regional, mientras la población venezolana sufre las consecuencias de sanciones económicas y violencia política. Aunque no hay respaldo para Maduro en Europa ni en Francia, la implicación de EE.UU. en Venezuela genera alarma y exige vigilancia internacional.
