Donald Trump mantiene presión sobre las negociaciones de paz entre la República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda, a pesar de la falta de avances concretos. Esta semana, los emisarios de Kinshasa y Kigali se volvieron a reunir en Washington para discutir la aplicación del acuerdo de paz firmado el 27 de junio.
La Casa Blanca ahora impulsa una nueva fecha para que el presidente Félix Tshisekedi y su homólogo ruandés Paul Kagame se sienten cara a cara en la capital estadounidense. El objetivo es revitalizar el diálogo y asegurar compromisos claros en materia de seguridad tras la última cita del Mecanismo Conjunto de Coordinación de Seguridad (JSCM), celebrada el 24 de septiembre.
Las conversaciones, que también se han desarrollado en Doha, Qatar, no consiguieron romper el estancamiento actual. Sin embargo, Trump no está dispuesto a dejar caer el proceso y apuesta por un fuerte gesto diplomático que permita avanzar en la calamitosa situación en el este de la RDC, donde los enfrentamientos armados continúan afectando a miles de civiles.
El 27 de junio, en una recepción en el Despacho Oval, Trump se reunió con la ministra de Exteriores de la RDC, Thérèse Kayikwamba Wagner, y el canciller ruandés Olivier Nduhungirehe, buscando dar un impulso a los esfuerzos internacionales para estabilizar la región. La cita dejó claro que Washington no ha bajado el ritmo pese a las dificultades.
Las medidas de seguridad pactadas en el acuerdo aún no se han implementado plenamente. Los dos países se comprometieron a cooperar en mecanismos conjuntos para mejorar el control de armas y evitar la presencia de grupos armados ilegales, pero la realidad en terreno apunta a una situación lejos de la normalidad.
Con uno de los conflictos más longevos y complejos de África en juego, el papel estadounidense bajo Trump apunta a que será decisivo este último trimestre del año. Si la reunión en la Casa Blanca se concreta, podría marcar un antes y un después en las relaciones bilaterales y en la paz regional.
Por ahora, la comunidad internacional sigue a la espera. El calendario sigue abierto y hoy por hoy la presión diplomática está en Washington.

































