Tupperware Francia estaba al borde de la desaparición tras la crisis del Covid-19 y varias reestructuraciones fallidas. Pero un joven empresario de 31 años, Cédric Meston, salvó la marca icónica en Francia y la hizo rentable de nuevo.
La historia de Tupperware empezó en 1946 y llegó a facturar hasta cuatro mil millones de dólares. Sin embargo, la pandemia expuso graves debilidades: la empresa no estaba digitalizada y cayó en quiebra a nivel mundial. Hace un año, un fondo estadounidense compró las sucursales en ocho países clave, pero descartó Europa, considerada “demasiado compleja” por un pasivo de 250 millones de euros. Así, 35 sociedades europeas fueron a liquidación, salvo Tupperware Francia.
Esto fue posible porque el equipo directivo anticipó el problema y colocó la empresa en un procedimiento de salvaguarda meses antes de la crisis completa. Cédric Meston, tras cuatro exitosas reestructuraciones previas, compró el 50% de Tupperware Francia a través de su Grupo Revive.
“El grupo mundial se paralizó y no estaba preparado para la era digital, Europa quedó fuera de la compra y Francia casi desaparece”, explicó Meston.
Hoy, bajo su liderazgo, la marca no solo evita la bancarrota sino que ya genera ganancias, invertida en nuevas estrategias y con foco en innovación y digitalización. Su caso contrasta con la liquidación generalizada de otras filiales europeas y marca un ejemplo de reinvención en un sector tan golpeado.
El regreso de Tupperware al mercado francés no solo interesa al consumidor sino que también ofrece una lección sobre anticipación, audacia y adaptación frente a las crisis globales. La apuesta de Meston es una señal positiva para la industria local y para la marca que tantos hogares franceses conocieron desde hace décadas.
