La NASA y Lockheed Martin lograron esta semana un hito histórico: el primer vuelo del X-59, un avión supersonico experimental diseñado para eliminar el molesto bang sónico que hasta ahora prohibía vuelos supersónicos sobre tierra.
El piloto Nils Larson despegó desde Palmdale, California, y tras una hora de vuelo a baja velocidad con el tren de aterrizaje desplegado, aterrizó sin problemas en el centro de investigación Armstrong de la NASA. El objetivo inicial era comprobar que la extraña aeronave podía volar y lo logró.
Este avión de 30 metros de largo y apenas 9 de envergadura rompe con el diseño clásico y vanguardista del Concorde, con un morro que ocupa un tercio de la longitud total para fragmentar las ondas de choque. Esa innovación técnica convierte el estruendoso bang en un sonido apenas perceptible, similar a una puerta de coche que se cierra.
Aún más sorprendente, el piloto no tiene un parabrisas tradicional sino un sistema de cámaras 4K en el fuselaje que transmite imagen a una pantalla dentro del cockpit. Esto para evitar perturbar el flujo de aire y generar ruido extra.
Además, el motor está en la parte superior del fuselaje, no debajo como en aviones comerciales normales, dirige el ruido hacia arriba y no al suelo, minimizando el impacto sonoro en zonas habitadas.
En próximos vuelos el X-59 acelerará hasta alcanzar Mach 1,4, o alrededor de 1.700 km/h, a una altitud de 16.700 metros, casi el doble de la que alcanzan los aviones comunes. Será en esa fase cuando la NASA mide el famoso “boom silencioso”.
La verdadera prueba llegará cuando sobrevuele ciudades en Estados Unidos para estudiar la percepción real del ruido en sus habitantes. NASA recolectará datos mediante encuestas para convencer a los reguladores que este salto tecnológico justifica nuevas normas que permitan vuelos supersónicos sobre tierra, algo que hoy está prohibido.
El Concorde, el único avión comercial supersónico hasta ahora, quedó fuera de servicio parcial por el ruido insoportable que generaba y la imposibilidad de volar rápido sobre continentes. De aprobarse el éxito del X-59, la aviación comercial podría cambiar para siempre, reduciendo rutas intercontinentales a la mitad de tiempo sin molestar a nadie.
Pero este proyecto sigue siendo experimental. El X-59 acaba de nacer y la tecnología debe pasar aún por mucho más vuelo e investigación antes de pensar en aviones ultrarrápidos de pasajeros en 2025.

































