El Partido Comunista Chino expulsó el 16 de octubre a nueve oficiales de alto rango, incluyendo a uno de los dos vicepresidentes de la Comisión Militar Central y un miembro del Politburó, aumentando la presión sobre Xi Jinping antes del 4º plenario del 20º Comité Central, que arranca esta semana en Pekín.
La purga sin precedentes de figuras militares clave genera especulaciones sobre una crisis interna y pone a prueba el control de Xi sobre el poder central y la lealtad del ejército. Cuatro generales, entre ellos Wang Chunning, excomandante de la Policía Armada Popular, fueron removidos de sus cargos parlamentarios por “violaciones disciplinarias” y “sospechas de graves delitos relacionados con sus funciones”.
El 4º plenario es una reunión a puerta cerrada donde 370 altos dirigentes definirán la agenda política y económica para los próximos cinco años. Sin embargo, analistas subrayan que los cambios de personal y la lucha por la autoridad de Xi dominarán el debate. La baja participación o ausencias inexplicables durante la sesión podrían ser la primera señal pública de una guerra interna silenciada.
El contexto global añade presión: las tensiones comerciales con Estados Unidos se agravaron tras la ampliación de Beijing de controles sobre exportaciones de tierras raras, provocando la amenaza estadounidense de imponer aranceles del 100 % sobre productos chinos. Esto desató confusión entre la élite china sobre la prioridad del plenario: ¿responder a la crisis inmediata o mantener la planificación económica a largo plazo?
Expertos como Tang Jingyuan y Shen Ming-Shih advierten que la élite política del PCC está fracturada en tres facciones rivales: los leales a Xi, un bloque vinculado a antiguos líderes como Wen Jiabao y Hu Jintao, y finalmente un grupo militar con figuras como Zhang Youxia y Liu Yuan, que podrían decidir el futuro político de China.
“La cuestión es si el poder de Xi será rebajado formalmente o en secreto, ante un desgaste palpable”, señaló Tang.
Históricamente, los cuartos plenarios han marcado cambios decisivos en el régimen comunista, como en 1979 con Deng Xiaoping o en 1989 tras Tiananmén. Bajo Xi, el de 2019 ya consolidó su poder total. Ahora, frente a una economía estancada, escándalos recientes y la muerte del ex primer ministro Li Keqiang, crece el temor a un vuelco mayor en la política china.
Antes o durante el plenario podrían anunciarse arrestos o destituciones súbitas. En un escenario extremo, la presión de altos cargos o incluso del ejército podrían forzar a Xi a dejar su cargo o provocar un enfrentamiento por la sucesión, algo que no se veía desde las etapas más turbulentas del régimen. El ejército, como actor tradicionalmente decisivo, mantiene una influencia creciente en esta batalla interna.
La comunidad internacional sigue atenta. Incluso Donald Trump comentó que Xi atraviesa un “mal momento”, mostrando que fuera de China la incertidumbre sobre su mando crece con rapidez.
Este 4º plenario podría ser un punto de inflexión que defina si Xi Jinping mantiene el control absoluto o si se abatirán vientos de cambio en el corazón del Partido Comunista y de la estructura militar china.
