La Policía Nacional peruana capturó esta semana al presunto autor intelectual detrás del brutal triple homicidio de tres jóvenes mujeres en Argentina, en un caso que conmocionó a ambos países. El sospechoso, conocido como “little J”, fue arrestado en Pucusana, a unos 72 kilómetros al sur de Lima, según confirmó el Ministerio de Seguridad argentino.
Detención clave en vínculo transnacional
Las autoridades argentinas habían activado una intensa búsqueda internacional tras hallar los cuerpos de Morena Verdi, Brenda del Castillo (ambas de 20 años y primas), y la adolescente de 15 años Lara Gutierrez, enterrados en el patio de una vivienda en la periferia sur de Buenos Aires. La desaparición de las tres jóvenes ocurrió el 19 de septiembre, y sus cuerpos fueron localizados cinco días después.
Investigaciones oficiales revelaron que las víctimas fueron torturadas y asesinadas, actos que fueron transmitidos en vivo en un grupo cerrado de redes sociales conformado por 45 usuarios. Los videos formaban parte de un “aviso” o advertencia relacionada con un supuesto robo de drogas, informó el ministro de Seguridad de Buenos Aires, Javier Alonso.
En este contexto, el arresto de “little J” —un ciudadano peruano de unos 20 años que lideraría un grupo de narcotraficantes en el barrio de Zavaleta, Buenos Aires— representa un avance crucial para desarticular esta red criminal transnacional. Su presunto lugarteniente Matias Ozorio, de 23 años, ya había sido detenido semanas atrás en Perú.
Reacciones oficiales y cooperación internacional
El Ministerio de Seguridad argentino, encabezado por Patricia Bullrich, destacó el trabajo coordinado con la Policía Nacional peruana. Bullrich agradeció públicamente la colaboración policial en la captura de los implicados, señalando que contribuye a resolver casos criminales complejos que trascienden fronteras. En Twitter (ahora X), Bullrich afirmó:
“Quiero felicitar a la Policía nacional peruana por su extraordinario trabajo y por colaborar en la captura de los dos fugitivos del triple homicidio”.
El operativo policial en Pucusana, ciudad costera cercana a Lima, fue resultado de meses de investigación conjunta enfocada en la red de narcotráfico y secuestro ligada a la célula que operaba en Buenos Aires y contaba con ramificaciones en Perú.
Detalles del caso y contexto criminal
El caso ha generado conmoción en Argentina por la extrema violencia ejercida contra las víctimas juveniles, quienes además fueron torturadas y ejecutadas en un crimen que se exhibió a un grupo cerrado en redes sociales como una acción de “castigo” por la presunta apropiación de drogas.
Los cuerpos de Morena Verdi, Brenda del Castillo y Lara Gutierrez fueron encontrados enterrados en el patio de una casa en la zona sur de Buenos Aires, un hallazgo que confirmó la brutalidad del crimen.
Según fuentes oficiales citadas por medios locales, “little J” se habría destacado como líder de una célula dedicada al narcotráfico en Zavaleta, un barrio con históricas problemáticas sociales y criminales en Buenos Aires. Su arresto, junto con el de Ozorio, apuntan a una caída significativa de esta organización.
Las autoridades están analizando los vínculos directos entre la banda y otras redes criminales en Argentina y Perú, puesto que la coordinación y actuación transnacional complican la investigación y requieren una cooperación policial e inteligencia especializadas.
Implicaciones internacionales y seguimiento judicial
Esta captura también representa un ejemplo del aumento en la cooperación entre fuerzas policiales latinoamericanas para enfrentar bandas de narcotráfico y violencia organizada que no respetan fronteras nacionales. El uso de transmisiones en vivo para mostrar violencia violenta es un fenómeno que preocupa a los expertos y a organismos de seguridad, en la medida que digitaliza las tácticas de ambas actividades criminales y campañas de terror.
Las autoridades argentinas ya preparan la coordinación para la extradición formal y el juzgamiento de los detenidos en Perú. Los casos de tortura y homicidio múltiple generan una enorme expectativa social respecto a la respuesta judicial y el castigo a quienes comandaron estos hechos atroces.
Mientras tanto, la investigación local continúa abierta para identificar y detener a otros posibles implicados en el entramado criminal y esclarecer el funcionamiento interno del grupo.
Este crimen también refleja problemas profundos relacionados con el narcotráfico, la violencia juvenil, y el uso de tecnologías para la intimidación y el control en barrios marginales de grandes ciudades de América Latina.
Las tres jóvenes víctimas del crimen brutal serán recordadas como símbolos trágicos de un fenómeno social y criminal que ha llevado a que las autoridades fortalezcan controles y relaciones diplomáticas para combatir redes dedicadas al narcotráfico y la violencia organizada.
La sociedad argentina y peruana aguardan la justicia pronta y efectiva tras este caso que ha unido a ambas naciones en una acción sin precedentes contra la impunidad y la criminalidad transfronteriza.
