En una entrevista poco convencional grabada en un paseo por los jardines del Castillo de Windsor, el príncipe William, heredero al trono británico, ofreció una imagen renovada y auténtica de la futura monarquía que aspira a liderar. Bajo la informalidad del encuentro con el actor Eugene Levy para el programa de Apple TV+ The Reluctant Traveller, William rompió moldes al hablar con naturalidad sobre temas personales y delicados, incluyendo la salud de su esposa Kate y la de su padre, el rey Carlos III.
Un príncipe cercano y consciente del cambio
William se muestra decidido a modernizar la institución que heredará, sin renunciar a la tradición, pero cuestionando si algunos aspectos históricos siguen siendo útiles para la sociedad actual. “El cambio está en mis planes”, afirmó el futuro rey, descartando alteraciones radicales y apostando por reformas graduales que respondan a las necesidades del presente. Según sus palabras, su objetivo es dejar un legado que haga sentir orgullosa a la siguiente generación, especialmente a su hijo, y que tenga un impacto positivo en la vida común.
En la entrevista, que evitó deliberadamente temas sensibles como la relación con su hermano Harry o el escándalo Epstein ligado a su tío Andrés, William insistió en la importancia de ser fiel a uno mismo en su rol público. “Tomar en serio mis responsabilidades no implica que ellas me posean a mí, sino que yo las posea”, destacó, reflejando una visión de liderazgo personal y auténtico, alejada del rígido protocolo tradicional.
Momentos personales y una familia unida frente al cáncer
El relato más emotivo llegó cuando habló de cómo la enfermedad ha puesto a prueba a su familia. El príncipe describió sentirse “sopraffato” (abrumado) en ocasiones durante el último año y medio, un periodo marcado por los desafíos del cáncer que afectó tanto a su padre como a su esposa. Esta experiencia personal reforzó su compromiso de colocar a su familia en el centro de sus prioridades.
“Es importante estar ahí el uno para el otro y asegurar a los niños que todo está bien”, dijo William haciendo referencia a cómo él y Kate gestionan la normalidad para sus hijos.
En un detalle humano, William reveló que ninguno de sus hijos tiene teléfono propio, una decisión consensuada con Kate para proteger su infancia y mantenerlos alejados del impacto de las redes sociales. También recordó sus propias travesuras infantiles en las inmensas salas del castillo, aunque ahora los pisos están alfombrados para mayor seguridad de sus niños.
La nueva monarquía y una imagen más cercana
Durante la charla distendida y sin guion, William fue captado paseando en monopatín eléctrico por Windsor, una imagen que contrasta con la formalidad esperada de un futuro monarca. Se definió asimismo como “una persona tardía” y compartió gustos cotidianos, como su preferencia por la sidra dulce.
William consolidó la idea de una monarquía que evoluciona con el tiempo, donde la tradición sigue siendo base pero no una carga inamovible. Criticó una visión anclada solo en el pasado y reafirmó que es momento de examinar qué prácticas siguen siendo pertinentes para mantener la relevancia e impacto social que la institución necesita hoy.
El respeto por la memoria de la reina Isabel II está presente, pero William es claro en que su reinado será marcado por la adaptación:
“La tradición tiene un papel fundamental, pero hay momentos para preguntarse: ¿Sigue siendo esto lo apropiado? ¿Estamos haciendo lo mejor con ello?”
Perspectivas para Italia y Europa
Aunque la entrevista tuvo lugar en el Reino Unido y está centrada en la corona británica, el discurso de William resuena en toda Europa, incluido Italia, donde las casas reales mantienen un papel simbólico y cultural importante. Su aproximación más cercana y transparente en asuntos familiares, junto a una sensibilidad hacia los desafíos sociales, podría marcar una tendencia de mayor humanidad y modernización que otras monarquías continentales podrían seguir.
En un contexto europeo que evalúa la relevancia y el rol de las monarquías constitucionales en el siglo XXI, las declaraciones de William aportan un claro mensaje de cambio responsable, equilibrando respeto histórico y necesidad de renovación para conectar con generaciones más jóvenes y sociedades cada vez más dinámicas y diversas.
El futuro rey demuestra, con acciones y palabras, que la monarquía no es solo un símbolo, sino una institución viva, en proceso de adaptación, en la que él quiere ser protagonista activo y auténtico.
