Después de casi 12 horas de debate intenso y cerrado, el Consejo Municipal de Milán aprobó a última hora de la noche la venta del estadio histórico San Siro, conocido oficialmente como Meazza, a los dos principales clubes de fútbol de la ciudad, Inter y Milan. La votación terminó con 24 votos a favor y 20 en contra, sin abstenciones y dos ausentes, un resultado que fue posible en gran medida por la retirada de Forza Italia del pleno, lo que bajó el quórum y facilitó la aprobación.
La venta de San Siro y el proyecto de un estadio nuevo
La delibera establece la venta del Meazza junto con las áreas circundantes a ambos clubes por un valor total de 197 millones de euros. Este dinero permitirá a los equipos financiar la demolición del actual inmueble y la construcción de un nuevo estadio “más moderno y funcional”, que debe estar listo para los Europeos de Fútbol de 2032. La histórica estructura, inaugurada hace un siglo, tendrá su derribo programado inmediatamente después de la ceremonia de apertura de las Olimpiadas de Invierno Milán-Cortina 2026, evento importante que utilizará San Siro para inaugurarse.
Esta decisión cierra un debate larguísimo y cargado de tensiones políticas y sociales. Mientras algunos celebran la oportunidad para la modernización deportiva y urbana, otros lamentan la pérdida de un símbolo histórico de la ciudad y del fútbol italiano.
Una votación dividida y polémica dentro del Consejo
El voto fue uno de los más reñidos en la historia reciente del Ayuntamiento. La mayoría a favor contó con 24 miembros, pero siete de esos votos positivos provenían de la coalición oficialista, evidenciando diferencias internas. La oposición fue fiera, concentrada no solo en los partidos como Lega, Fratelli d’Italia y Noi Moderati sino también en algunos disidentes del mismo oficialismo.
En particular, el concejal de Forza Italia Alessandro De Chirico rompió con la disciplina de su partido y votó en contra, mientras que el bloque casi completo de Forza Italia abandonó la sala antes del voto. Además, dos concejales, uno del grupo Lista Beppe Sala Sindaco, Marco Fumagalli, y otro del centro-derecha, Manfedi Palmeri, no participaron en la votación. Fumagalli incluso anunció su intención de dimitir tras la decisión.
La mayoría del Consejo eliminó una gran cantidad de enmiendas (239 presentadas, pero solo 25 discutidas), gracias a la aprobación de un sub-enmienda a última hora cerca de las 3 am que frustró la mayoría de los intentos por modificar la delibera. Esto provocó críticas, principalmente de los Verdes, que denunciaron que la “tagliola” (mecanismo para limitar el debate) cerró el espacio para un análisis profundo y plural.
Reacciones de las autoridades y próximos pasos
En una declaración tras el voto, la vicealcaldesa Anna Scavuzzo aseguró que con esta decisión “se intenta escribir una página nueva” para la ciudad, reconciliando la preocupación sobre el futuro oscuro del área de San Siro y la ambición de renovación urbana y deportiva. Scavuzzo reconoció que la votación fue tensa y la mayoría se mostró fracturada, pero defendió el procedimiento como una expresión legítima del diálogo político.
“Hemos dejado el espacio para expresarse y la mayoría de esta aula se ha expresado”, señaló Scavuzzo.
El alcalde Giuseppe Sala no dio declaraciones formales pero se mantuvo durante toda la sesión. Según Scavuzzo, Sala le expresó a su estilo, “en ‘salese’”, que estaba contento con el resultado. Ahora la presión se traslada a los clubes para que tomen preparación concreta y asuman la responsabilidad de hacer avanzar un proyecto hasta ahora detenido en trámites y demoras.
Según la vicealcaldesa, el proceso administrativo es “no banale” y exige un compromiso mucho mayor de Milan e Inter, que deben concretar acuerdos de diseño, licencias y financiación complementaria. En la práctica, la ciudad entrega un área clave para una transformación deportiva y urbana que puede redefinir el perfil turístico y económico de Milán.
Un legado centenario que llega a su fin
El estadio San Siro ha sido el epicentro del fútbol italiano durante todo un siglo, con memorables partidos, conciertos y eventos culturales. La decisión de demolerlo para levantar un complejo más moderno ha generado enfrentamientos entre quienes valoran la innovación y quienes defienden la historia y memoria colectiva.
La cobertura del partido inaugural de las Olimpiadas de Invierno 2026 en este histórico escenario será la última gran cita antes del cierre definitivo del estadio. Después, comenzará la demolición para dar paso a un proyecto que apunta a estar finalizado ocho años después, con la mirada puesta en albergar la Eurocopa 2032, torneo que devolverá a Italia el máximo protagonismo futbolístico en Europa.
La votación marca un hito decisivo en la política deportiva y urbanística de Milán. Reabre también un debate nacional sobre cómo equilibrar progreso, conservación cultural y desarrollo económico en infraestructuras públicas de alto impacto social.
Mientras la ciudad cierra una página histórica, el futuro empieza a escribirse con un ambicioso plan que involucra a millones de aficionados, clubes, autoridades y ciudadanos, todos atentos al destino definitivo de uno de los símbolos más reconocidos del deporte italiano.
