Una docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Bari está en el centro de la polémica luego de pronunciar comentarios ofensivos hacia estudiantes que comienzan la carrera a los 25 años o más. Durante una reciente lección del llamado “semestre filtro”, la profesora habría sugerido que solo quienes acceden con un diploma de liceo clásico o científico deberían intentar entrar, advirtiendo además que aquellos que no superen el semestre a la primera no deberían ni intentar el segundo examen.
El episodio se produjo tras una pregunta de una estudiante que buscaba aclarar dudas al finalizar la clase. Fue en ese momento cuando la docente lanzó frases que muchos definieron como desalentadoras y humillantes, llegando incluso a decir que si tuviera un hijo de 25 años cursando este semestre, preferiría “mandarlo a entregar pizzas” en lugar de continuar con esa formación.
Indignación y respuesta estudiantil
Los alumnos presentes en la clase se mostraron consternados y recurrieron rápidamente a la asociación estudiantil Unione degli Universitari (UDU) de Bari para denunciar el problema. La organización publicó en sus redes sociales el relato del incidente, aunque optó por no revelar el nombre de la profesora para evitar una confrontación directa en esta fase.
“No son los estudiantes quienes están equivocados, sino un sistema injusto que se perpetúa con este tipo de actitudes”, afirmó el colectivo en su mensaje público.
Adriano Porfido, miembro del ejecutivo de UDU Bari, explicó la gravedad de la situación recordando el contexto del semestre filtro. Este sistema, implementado en reemplazo del tradicional test de ingreso que fue vigente hasta el año pasado, obliga a los estudiantes a superar tres exámenes de profitto para avanzar al siguiente semestre. “El semestre filtro es un momento muy delicado —dice Porfido— los profesores pueden expresar sus opiniones, pero no deberían hacerlo con comentarios que golpean directamente al estado emocional y psicológico de jóvenes que enfrentan un cambio y un esfuerzo nuevos y exigentes”.
Porfido explicó también que la presión entre los estudiantes es altísima. Son frecuentes los episodios de ansiedad, ataques de pánico y sentimientos de aislamiento debido a la intensa competencia y la presión familiar. “Las palabras de esta docente fueron como un rayo en un cielo ya tormentoso”, afirmó, haciendo hincapié en la necesidad de apoyar a los estudiantes de cualquier edad que deciden comenzar o retomar esta carrera en la universidad.
Un sistema complicado y bajo presión
Un alumno de 19 años que estaba en la clase el día del incidente confirmó la tensión reinante:
“Fue un momento extraño, generó mucha indignación entre los presentes. Muchos de nosotros conocemos personas que llevan años intentando superar este semestre y sabemos que no es nada simple lograr las competencias necesarias para avanzar”.
La dificultad real del semestre filtro radica en la necesidad de aprobar tres exámenes para continuar, sin la tradicional barrera previa del test. Muchos estudiantes, especialmente adultos que reorientan su formación o inician más tarde, sufren la presión agravada por la competencia feroz entre compañeros y las altas expectativas familiares.
“No sabemos si estas palabras detendrán a alguien a seguir, pero sí está claro que el camino es difícil y genera un profundo malestar emocional”, explicó el joven. Detrás de esta crisis individual se esconde la queja colectiva contra un sistema universitario que muchos califican como fallido.
Contexto del semestre filtro y críticas al sistema italiano
El semestre filtro sustituyó al test de ingreso tradicional en algunas universidades italianas, incluyendo Bari. En lugar de una prueba única, los estudiantes deben aprobar tres exámenes consecutivos tras asistir a clases, para poder inscribirse en el semestre siguiente. Esto ha incrementado la presión y la ansiedad entre los alumnos, pues la competencia y el nivel de exigencia han subido considerablemente.
El sistema divide a los estudiantes entre los que logran avanzar rápidamente y aquellos que deben repetir todo el proceso, prolongando su formación y aumentando el desgaste psicológico. Este modelo, implementado en la última década, ha recibido críticas por su rigidez y por no considerar las diferentes circunstancias personales y edad de los estudiantes, principalmente en carreras largas y complejas como Medicina.
En este contexto, la reacción de la docente de Bari se ha convertido en un símbolo del conflicto entre la exigencia académica y la atención a la diversidad y realidad emocional de los jóvenes universitarios.
Repercusiones y posibles impactos
La denuncia de UDU Bari ha sacado a la luz un asunto sensible en el sistema universitario italiano: la necesidad de compasión y apoyo en un entorno que, por su diseño, crea exclusión y estrés. Además, abre una discusión sobre el trato que los docentes deben ofrecer a sus estudiantes, especialmente en etapas críticas de sus carreras.
La polémica podría generar reacciones institucionales, con posibles investigaciones o al menos llamados a la reflexión de la comunidad académica sobre las formas y el lenguaje usados frente a alumnos en dificultad. Los estudiantes afectados y la asociación estudiantil piden que se revierta la estigmatización de quienes comienzan Medicina a una edad “inconveniente” para algunos y que se reconozca el derecho de todos a intentar con oportunidades reales.
En un país donde la medicina sigue siendo una de las carreras más demandadas y competitivas, este episodio pone en primer plano las tensiones entre el prestigio académico, las políticas de acceso y la salud mental de los universitarios. El debate seguirá abierto, mientras los estudiantes de Bari exigen respeto y un sistema capaz de acompañar sin exclusiones a todos los que eligen esta carrera, sin importar su edad.
