El líder conservador estadounidense Charlie Kirk desafía al Super Bowl con un evento rival para protestar la actuación de Bad Bunny, escogido como cabeza del espectáculo de medio tiempo.
Su organización, Turning Point USA, anunció el lanzamiento del “Real American Halftime Show” para la misma noche del partido, el 2 de febrero de 2026. El evento se presenta como una alternativa patriótica y familiar frente a lo que califican como la “influencia woke de Hollywood” en la NFL.
Kirk y sus seguidores acusan a la liga de imponer “estrellas extranjeras” y de promover valores contrarios a los tradicionales estadounidenses. Según declaraciones publicadas en X (antes Twitter), Kirk afirmó:
“Estamos cansados de que la NFL nos imponga su política y celebridades extranjeras. Es hora de celebrar nuestra cultura de verdad.”
El show rival planea contar con músicos de country, veteranos y artistas con mensajes de fe, aunque la lista oficial de invitados aún no se ha revelado. Medios conservadores sugieren la presencia de figuras pro-Trump y otros influyentes en la derecha estadounidense.
Bad Bunny, nacido Benito Antonio Martínez Ocasio en Puerto Rico, es uno de los artistas más escuchados en el mundo y ha ganado reconocimientos como varios premios Grammy. Pero para sectores MAGA, el reguetonero simboliza un cambio cultural que aleja la identidad estadounidense. La crítica principal se centra en su uso del español, su estilo de moda de género fluido y sus posturas políticas, vistas como opositoras a valores conservadores.
El rechazo a Bad Bunny se suma a otros boicots recientes hacia empresas que apoyan causas LGBTQ+, como Bud Light y Target, marcando una temporada de fuertes tensiones culturales en EE.UU.
El experto del Universidad de Oxford Dr. Michael Carter explicó a The Guardian que estas disputas reflejan “una lucha por el relato nacional más que por el artista en sí”.
Mientras tanto, la NFL defendió la elección del artista como un gesto hacia la diversidad y la unidad global, destacando su enorme popularidad entre las generaciones jóvenes.
Turning Point ya suma cobertura en varios podcasts y canales de YouTube conservadores, aunque la magnitud del evento no se compara con el Super Bowl. Sin embargo, confirma el creciente choque cultural que vive Estados Unidos, donde incluso el deporte más popular se ha convertido en terreno de batalla política.
