Ben Cohen, cofundador de Ben & Jerry’s, lanzó esta semana un sorbete de sandía en apoyo a Palestina, desafiando la censura de su actual dueño, Unilever.
El sorbete fue anunciado el 29 de octubre bajo la marca independiente del activista, Ben’s Best, después de que Unilever bloquease la versión original para Ben & Jerry’s.
El agua menta con sandía busca simbolizar la identidad y resistencia palestina, y promover un llamado claro por la paz permanente y la reconstrucción en Gaza.
Este movimiento responde a un veto previo de Unilever, que rechazó la edición original como muestra de solidaridad con Palestina, algo que Cohen denunció públicamente el 28 de octubre:
“Ben & Jerry’s intentó lanzar un sabor para pedir paz en Palestina… pero no se lo permitieron.”
El rechazo siguió a la salida en septiembre de Jerry Greenfield, otro cofundador, que abandonó la marca por la supresión de la voz social de la compañía.
Cohen buscará ahora involucrar a la comunidad global en el diseño, nombre e ingredientes del sorbete a través de las redes sociales. En X (antes Twitter) convocó:
“Nombre mi sabor de sandía, sugiere ingredientes y diseño. Mostremos creatividad y solidaridad.”
Las propuestas ya incluyen composiciones con menta, chocolate, pistacho y toques de agua de rosas, además de diseños que incorporan los colores de la bandera palestina.
El hashtag #FreeBenAndJerrys y #JusticeforPalestine acumulan decenas de miles de interacciones, reavivando el espíritu activista original de la marca, eclipsado tras años de tensiones internas con Unilever.
La crisis entre Ben & Jerry’s y Unilever no es nueva. Desde 2023, el grupo británico ha bloqueado llamamientos de la marca para pedir un alto al fuego y ha enfrentado protestas estudiantiles y boicots por sus ventas en territorios ocupados.
Organizaciones como Combat Antisemitism califican el sorbete como “helado de resistencia”, mientras periodistas críticos advierten que la campaña puede generar un rechazo masivo.
Pero para Cohen, el sorbete es más que un producto: es un acto de desafío contra la censura corporativa y una apuesta por que las empresas asuman su responsabilidad social en conflictos internacionales.
Con Unilever silenciando a Ben & Jerry’s, este sorbete se presenta como una rebeldía dulce que puede redefinir la relación entre marcas globales y la política.

































