Montenegro firmó ayer un Protocolo para la protección de periodistas, un intento de fortalecer la seguridad en la profesión, pero los propios reporteros advierten que sigue siendo un papel sin respaldo efectivo.
El documento fue suscrito por el fiscal general Milorad Marković, los ministros Tamara Vujović (Cultura y Medios) y Bojan Božović (Justicia), junto a la Secretaría del Interior y el Sindicato de Medios. Se busca un mecanismo institucional que agilice la respuesta frente a ataques contra trabajadores de prensa.
El protocolo establece prioridad en la investigación de agresiones, línea de contacto 24/7 para denuncias, y apoyo legal y psicológico para las víctimas, además de educación anual para policía y fiscales. También propone reportes públicos anuales sobre avances en casos pendientes.
Sin embargo, periodistas agredidos protestaron durante la conferencia. Ana Raičković y el fotoperiodista Boris Pejović relataron experiencias de sentirse desamparados en las investigaciones: declaraciones largas, varias horas frente a sus agresores y sin asistencia legal, mientras los atacantes sí contaban con defensores.
“Me sentí víctima otra vez, esta vez de las instituciones”, dijo Pejović, relatando cómo la policía no intervino durante un ataque y cómo en comisaría le comunicaban datos personales en presencia de agredidos y sus abogados.
Los casos son frecuentes. En menos de un año se registraron más de 20 ataques, entre presiones legales (SLAPP), amenazas y ataques físicos. Tres periodistas cuentan actualmente con protección policial.
Desde la Unión Europea, el delegado Ricardo Seri recordó que “no hay lugar para la violencia contra periodistas” y respaldó la iniciativa, mientras que la misión de la OSCE señaló que el modelo sigue el ejemplo holandés Pers Veilig, que exige coordinación integral entre medios, policía y justicia.
Pero el nuevo mecanismo aún debe nacer: la formación de una Comisión para investigar ataques está pendiente, y las críticas sobre la falta de procedimientos internos en redacciones y la insuficiente protección, física y digital, persisten.
La ministra Vujović insistió en la obligación del Estado para “actuar con medidas concretas”, y el ministro Božović destacó la creciente amenaza a mujeres periodistas con ataques online.
Desde el Sindicato, Radomir Kračković afirmó que los esfuerzos apuntan a una reacción más rápida y eficaz, pero reconoció discrepancias en las cifras oficiales y las no denunciadas por miedo o falta de apoyo.
La conclusión de los reporteros presentes fue clara: sin ejecución real y coordinación, el protocolo será un símbolo más de promesas incumplidas en un país donde ejercer el periodismo continúa siendo arriesgado.
