El Gobierno británico aplazó hasta el 10 de diciembre la decisión sobre la polémica construcción de la nueva “superembajada” china en Londres, cerca de Tower of London y a pocos metros de infraestructuras cruciales como cables de fibra óptica y centros de datos que sirven a Canary Wharf y la City.
La Junta Parlamentaria de Estrategia de Seguridad Nacional (JCNSS) urgió al secretario de Vivienda y Planificación, Steve Reed, a rechazar el proyecto. En una carta enviada esta semana, el presidente del comité, Matt Western MP, alertó que la ubicación “presenta riesgos de espionaje en paz y sabotaje en crisis”.
Western destacó que informes apuntan a zonas subterráneas y túneles en el diseño previsto para la embajada, algo que los servicios de seguridad británicos vinculan a un plan de Pekín para usar la sede más grande de Europa como centro de operaciones para espionaje y “intimidación”.
Los planes iniciales fueron rechazados en 2022 por el consejo de Tower Hamlets. Pekín no apeló, pero reactivó la solicitud poco después del triunfo de Keir Starmer y el Partido Laborista, confiando en un Gobierno más receptivo. Ahora la decisión ha pasado directamente a ministros tras ser “llamada” desde la mesa local.
El escándalo reciente por la caída de un caso judicial sobre espionaje chino amplificó las dudas sobre la seguridad nacional. “Este caso evidenció la magnitud de las actividades ilícitas de China en Reino Unido,” advirtió Western.
“Aprobar esta ubicación no es el interés a largo plazo del Reino Unido. Tendremos consecuencias muy difíciles si empeoran las relaciones con Pekín”, dijo Western a Reed.
El retraso en la decisión alimenta críticas cruzadas. El secretario de Interior Laborista, Chris Philp, acusó al Gobierno de ser “demasiado cobarde para dar permiso y demasiado asustado para decir que no”. En su cuenta de X (antes Twitter) calificó la demora de “despreciable”.
La ubicación precisa, cerca de puntos estratégicos en Londres, genera preocupación en círculos de seguridad por la posibilidad de vigilancia directa sobre comunicaciones financieras y gubernamentales. La nueva embajada china se perfilaba como la mayor en Europa, lo que añade presión sobre la respuesta oficial en un momento sensible para las relaciones bilaterales.
Las autoridades británicas tienen ahora semanas para sopesar riesgos a largo plazo de seguridad y economía ante el acercamiento diplomático con Pekín. La decisión final será clave para la gestión del espionaje y la influencia extranjera en el Reino Unido.
