El gobierno de Estados Unidos ha comprometido un préstamo de 20.000 millones de dólares a Argentina para frenar la reciente corrida contra el peso que amenaza la agenda económica del presidente libertario, Javier Milei.
El anuncio se produjo tras la visita de Milei a Nueva York y antes de su reunión con Donald Trump en la Casa Blanca el 14 de octubre. La ayuda no está motivada por razones económicas directas: Argentina representa solo una fracción insignificante del comercio estadounidense, con exportaciones que totalizan menos de $10.000 millones frente a los $334.000 millones que Estados Unidos mueve con México.
El impulso real detrás del rescate parece ser puramente ideológico. Trump ha apoyado públicamente a Milei y calificó su respaldo como “total y completo” en redes sociales. Su secretario del Tesoro, Scott Bessent, confesó la intención de la administración de fortalecer a gobiernos conservadores aliados en Latinoamérica, un claro guiño a la campaña electoral argentina que se celebra el 26 de octubre.
Pero la ayuda estadounidense ya genera polémica en Argentina. La principal líder opositora, Cristina Kirchner, describió el préstamo como un “aporte electoral” para Milei. La oposición Peronista acusa a Washington de intromisión, recordando la histórica desconfianza hacia Estados Unidos que ha marcado la política argentina desde mediados del siglo XX.
En el ámbito económico, el préstamo sirvió para calmar los mercados y fortalecer momentáneamente el peso. Sin embargo, especialistas señalan que el problema estructural sigue siendo la negativa de Milei a permitir una devaluación que, aunque controlaría la inflación, frenaría las exportaciones y complicaría el repago de una deuda externa que supera los 450.000 millones de dólares.
A eso se suman las crecientes tensiones sociales: aumento del desempleo, subidas en tarifas de servicios y un reciente escándalo de corrupción relacionado con la hermana de Milei, quien ocupa un cargo clave. Estos factores explican la fuerte derrota sufrida por la coalición libertaria en las elecciones locales de Buenos Aires, lo que disparó la presión sobre el peso.
Desde Washington, el respaldo a Milei es un riesgo calculado que refleja la visión geopolítica de Trump: un aliado firme que se distancia de China y se alinea con la estrategia estadounidense en la región, en contraste con Brasil, México y Colombia, que optan por gobiernos de izquierda o políticas de no alineación.
Argentina cuenta además con recursos estratégicos como el litio y el cobre, fundamentales para tecnologías del futuro, lo que aumenta su valor en la competencia con China, que ya tiene presencia en el país a través de infraestructura y acuerdos militares.
Sin embargo, el historial argentino con rescates económicos no inspira confianza: esta es la vigesimotercera intervención del FMI y el país ya ha incumplido pagos en varias ocasiones, dejando a Estados Unidos y otros acreedores con pérdidas significativas.
En resumen, Washington apuesta fuerte a Milei pese a las dudas económicas y sociales que enfrenta el mandatario. La inyección de fondos busca estabilizar el peso a corto plazo y fortalecer una alianza geoestratégica, aunque el futuro económico de Argentina sigue siendo incierto de cara a las elecciones y a la consolidación de las reformas.
