Casi 42 millones de estadounidenses están en riesgo de perder sus beneficios del programa de ayuda alimentaria SNAP a partir del 1 de noviembre, alertan organizaciones sociales y expertos.
El Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) anunció que no usará los fondos de emergencia de £3.7 mil millones ($5 mil millones) ni reasignará recursos de otros programas de nutrición para mantener activa la asistencia alimentaria. Esto coincide con el fin del financiamiento federal para el programa a finales de octubre.
Esta decisión ha encendido críticas duras contra la administración Trump. La postura oficial es que el fondo de contingencia debe reservarse solo para emergencias naturales y que redirigir fondos podría afectar programas clave como las comidas escolares y ayudas para mujeres con bajos ingresos.
El gobierno responsabiliza a los demócratas en el Congreso por el desfase en los fondos, aunque estos ya aprobaron miles de millones para mantener SNAP en noviembre. Los opositores denuncian que la Casa Blanca congela recursos aprobados y canaliza dinero a gastos no relacionados.
SNAP atiende a uno de cada ocho estadounidenses, principalmente personas mayores, discapacitados y familias vulnerables. El beneficio medio actual es de aproximadamente £140 ($187) al mes, vital para adquirir alimentos básicos. Organizaciones contra el hambre advierten que incluso un corte temporal puede empujar a millones a la pobreza.
Mientras persiste el bloqueo político, los estados de Virginia y Hawaii ya comenzaron a usar fondos propios para seguir entregando ayuda, aunque no recibirán reembolso federal. Esto limita la respuesta local y expone la fragilidad financiera del sistema.
El juego político no alimenta a nadie, dijo un portavoz de un grupo defensor de derechos sociales
El representante republicano Don Bacon propuso usar fondos emergentes para evitar la suspensión y apoyaría un proyecto de ley específico para SNAP si se aprueba en el Senado. El líder de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, aseguró que el Congreso “abordará” el asunto.
Expertos indican que incluso si se libera financiación inmediata, la logística tomaría semanas, dejando a millones sin asistencia para noviembre.
Esta crisis podría convertirse en la mayor emergencia alimentaria en EE. UU. desde la Gran Depresión, con impacto directo en hogares ya afectados por la pandemia y la inflación.


































