El Rey Carlos dio un golpe contundente esta semana al despojar a su hermano, el príncipe Andrés, de todos sus títulos reales. El duque de York dejará de ser “Su Alteza Real” y se conocerá simplemente como Andrew Mountbatten-Windsor.
Andrés ya se había retirado de la vida pública en 2019 tras la polémica por su relación con Jeffrey Epstein, pero esta decisión marca un distanciamiento definitivo de la monarquía. Ahora debe abandonar Royal Lodge en Windsor y mudarse a una residencia privada en las tierras de Sandringham, mientras que Sarah Ferguson, exduquesa de York, se prepara para vivir separada sin usar ya su título en la vida cotidiana.
La medida abre interrogantes sobre el impacto en sus hijas, las princesas Beatriz, de 37 años, y Eugenia, de 35. Aunque siguen oficialmente con sus títulos de HRH (Su Alteza Real), una figura con conocimiento del palacio calificó el efecto como “devastador”. Ailsa Anderson, exsecretaria de prensa de la Reina Isabel II, advirtió que el golpe emocional y reputacional será profundo y duradero para ambas.
Beatriz y Eugenia mantienen una relación cercana con sus padres y su madre ha expresado su respaldo al exduque, recordando que sigue siendo “un abuelo muy bueno”. Pero la sombra de la caída de Andrés será inevitable en sus vidas personales y públicas.
Beatriz, a un rol clave en la Corona
A pesar de la crisis familiar, Beatriz podría aumentar su relevancia constitucional. Según fuentes, podría sumarse como “Consejera de Estado” bajo la Ley de Regencia de 1937, una designación que permite a ciertos miembros de la familia real actuar en nombre del monarca en funciones oficiales básicas, siendo ella la cuarta adulta mayor de 21 años en la línea de sucesión tras William, Harry y Andrés.
Este rol incluye recibir credenciales diplomáticas y firmar documentos rutinarios, aunque no actos clave como disolver el Parlamento o nombrar un primer ministro. Durante el reinado de Isabel II, Andrés también era “Consejero de Estado”, pero su retiro y pérdida de títulos cuestionan ese estatus.
Beatriz, casada con Edoardo Mapelli Mozzi, también conserva títulos italianos cortesía de su marido, mientras que Eugenia ha focalizado su vida en obra benéfica y actividades públicas sin deber ocupaciones oficiales plenas.
Ambas están criando familias jóvenes y navegando los retos de su posición en una monarquía que busca reducir su tamaño y limpiar su imagen tras varias tormentas. El futuro las coloca en medio del delicado equilibrio entre tradición real, escrutinio público y vidas privadas que deben reconstruir bajo la carga del pasado de su padre.
Sarah Ferguson, por su parte, ha dejado claro que no pedirá viviendas ni recursos adicionales y planea forjar una vida independiente lejos de Sandringham.
La decisión del rey Carlos refuerza sus esfuerzos por mantener la Corona relevante y respetada, mientras trata de limitar daños derivados de escándalos internos que continúan marcando a la familia real británica.

































