La crisis política en Francia escaló esta semana tras el derrumbe del gobierno de Sébastien Lecornu en menos de 24 horas tras su formación, dejando al país en un limbo que ya agita mercados y genera preocupación en la Unión Europea.
Francia, segunda economía de la UE, enfrenta un vacío de liderazgo en plena discusión sobre cómo controlar un déficit presupuestario que ya supera el 5,4% del PIB, muy por encima del límite del 3% que exige Bruselas.
La debacle política se refleja en la caída de la bolsa francesa y el aumento de los rendimientos de sus bonos, en un contexto que Fitch calificó con una rebaja a A+ hace solo tres semanas, poniendo en duda la capacidad del país para cumplir con las reglas fiscales europeas.
Moody’s y Standard & Poor’s anunciarán pronto su propia revisión, y analistas como Philipp Lausberg, del European Policy Centre, advierten que más rebajas significarían un aumento de costes de endeudamiento para Francia. “Esto no solo afecta a Francia, sino a toda la eurozona,” explicó Lausberg.
A pesar del impacto, fuentes europeas mantienen la calma: el mercado aún confía en que el país recuperará estabilidad y evitará contagios graves a otras economías del bloque. Un alto funcionario europeo destacó que la reputación francesa permite hoy una reacción más comedida de los inversores, pero advirtió que la situación fiscal es crucial para la estabilidad del euro.
El entramado político que ha provocado esta crisis es complejo: tras las elecciones, el Parlamento francés quedó sin mayoría clara y Macron ya ha cambiado cinco primeros ministros desde mayo de 2022. La incapacidad para formar un gobierno estable está frenando no solo la gestión interna sino también la participación francesa en los grandes proyectos comunitarios.
Presupuesto europeo y efecto en la UE
La crisis política además ralentiza las negociaciones sobre el próximo marco financiero plurianual de la UE, previsto para 2027 y con un presupuesto récord de 2 billones de euros. Este plan aspira a priorizar inversiones en defensa y competitividad frente a Washington y Beijing, pero requiere un compromiso político sólido que Francia hoy no puede garantizar.
Los altos cargos de la UE temen que la volatilidad política cause falta de liderazgo francés y retrase las decisiones clave, afectando la capacidad de la eurozona para competir en un entorno global cada vez más tenso.
Desde París, Macron ha fijado el miércoles como fecha límite para que Lecornu intente formar un nuevo Ejecutivo que garantice “acción y estabilidad”. Pero la presión crece, y voces desde casi todos los sectores políticos –incluido el centro con el ex primer ministro Edouard Philippe– piden ya la dimisión del presidente.
Macron, por su parte, evitó adelantar sus próximos pasos y solo prometió asumir “todas las responsabilidades” si fracasan las últimas negociaciones. Por ahora, la incertidumbre política y económica pesa sobre la eurozona y pone en jaque el futuro inmediato de la segunda potencia europea.
