Un grupo de pacientes británicos con degeneración macular avanzada logró recuperar parte de la vista gracias a un implante ocular pionero desarrollado por Stanford Medicine, según un estudio publicado esta semana en el New England Journal of Medicine.
El ensayo clínico incluyó a 32 participantes con pérdida severa de visión. De ellos, 27 pacientes consiguieron leer números y palabras tras recibir el implante denominado PRIMA y usar unas gafas especiales conectadas al dispositivo. El resultado supone un avance inesperado en el tratamiento de una enfermedad considerada incurable, y que afecta a unos 20 millones de estadounidenses, según la American Macular Degeneration Foundation —en el Reino Unido, la cifra también es significativa.
La degeneración macular relacionada con la edad provoca daños en la retina y lleva a la ceguera progresiva. El sistema probado actúa estimulando directamente la retina, permitiendo que los pacientes perciban imágenes donde antes solo había oscuridad.
Este implante, llamado photovoltaic retina implant microarray (PRIMA), fue sometido a un proceso abierto y multicéntrico para validar su eficacia. Los especialistas ven en él un nuevo camino para miles de quienes hoy enfrentan la ceguera irreversible.
En Londres y otras ciudades, donde la población envejece rápidamente, el impacto potencial es notable. Esta tecnología se perfila ya como una solución que podría abrir puertas a tratamientos en el NHS y otras instituciones sanitarias británicas.
El estudio publicado aporta esperanza real, tras años de estancamiento en terapias para la atrofia geográfica, la forma avanzada de esta degeneración que afecta a cerca de un millón de personas solo en EE.UU. A la espera de aprobaciones regulatorias en Europa, el sistema PRIMA gana fuerza como referente mundial.
Los médicos británicos seguirán de cerca este progreso para evaluar su integración en los protocolos nacionales. Mientras tanto, los pacientes y sus familias celebran el primer rayo de luz tras años en la oscuridad.
