La icónica Sala Blanca de Windsor Castle volvió a recibir esta semana a la realeza con la visita del Prince William y la Princess of Wales, quienes recibieron a la delegación jordana formada por el Crown Prince Hussein y la Crown Princess Rajwa.
Este espacio, fundado en la época de King George IV, es mucho más que una sala de reuniones: ha sido el escenario de algunos de los momentos más significativos y solemnes de la monarquía británica. Entre sus muros se han tomado fotografías oficiales de confirmaciones y bodas reales, y también se escucharon discursos claves, como el histórico mensaje de Queen Elizabeth II durante el confinamiento por coronavirus.
La tradición de usar esta sala para recibir dignatarios y celebrar eventos personales la iniciaron los monarcas desde George IV y la mantuvo Queen Elizabeth II. Actualmente, King Charles y los duques de Cambridge continúan esta práctica, reforzando la importancia diplomática y simbólica del lugar.
La Sala Blanca destaca por su lujo: muebles de época diseñados por artesanos como Martin Carlin, candelabros de Etienne Falconet, y un emblemático reloj de mantel llevado desde Carlton House. Su legendaria alfombra Axminster sobrevivió al incendio de 1992 y hoy decora sus suelos con su característico estilo.
Eventos recientes también aportan historia viva: los posados nupciales de King Charles con la entonces duquesa Camilla, la boda de Princess Eugenie y Jack Brooksbank, y las fotos de confirmación de Prince William tuvieron lugar en estas paredes.
Con la nueva generación de futuros monarcas, incluida la pareja de Cambridge y sus hijos, la Sala Blanca no solo preserva el pasado, sino que mantiene su relevancia como centro neurálgico de la diplomacia británica y escenario de los hitos que marcarán el presente y futuro de la corona.
