Un estudio británico con más de 27.000 adultos de entre 40 y 70 años demuestra que dormir mal puede hacer que el cerebro envejezca hasta un año más rápido de lo normal.
La investigación, publicada en The Lancet, analizó hábitos de sueño y resonancias magnéticas usando inteligencia artificial para calcular la “edad cerebral”, un indicador biológico que mide desgaste por pérdida de tejido, adelgazamiento cortical y daño vascular.
Los resultados dejaron claro que cada deterioro en la calidad del sueño añade aproximadamente seis meses de envejecimiento adicional al cerebro. Insomnio, ronquidos, sueño irregular o horarios tardíos elevaron la edad cerebral en promedio un año frente a la edad cronológica.
“Una edad cerebral mayor a la real indica un alejamiento del envejecimiento saludable”, advierten los autores.
Estudios previos ligan un cerebro envejecido con un mayor riesgo de demencia y un deterioro cognitivo más rápido, además de mortalidad prematura. El equipo también observó que la inflamación juega un papel clave, explicando cerca del 10% de la relación entre mal sueño y envejecimiento cerebral.
Mal dormir aumenta la inflamación, lo que puede dañar los vasos sanguíneos y células cerebrales acelerando el deterioro.
Los investigadores subrayan que aunque el envejecimiento no puede detenerse del todo, hábitos saludables pueden ralentizarlo. Mantener horarios regulares, limitar cafeína y alcohol, reducir la exposición a pantallas antes de dormir y crear un entorno oscuro y silencioso son claves para proteger el cerebro a largo plazo.
En un país donde los problemas de sueño afectan a millones, esta evidencia añade un nuevo motivo para cuidar la higiene del sueño y evitar daños irreversibles en la salud cerebral.
