McDonald’s ha generado controversia en Reino Unido tras aplicar una nueva política que obliga a los clientes que pagan en efectivo a pagar más que el precio marcado en el menú. La cadena de comida rápida comenzó a redondear los totales de las cuentas, generalmente al alza, para adaptarse al fin paulatino de la producción de centavos que tendrá lugar en 2026.
Este cambio se anunció primero en Estados Unidos, donde la Casa de la Moneda ha dejado de producir centavos y agota sus existencias para 2026, pero ya se está aplicando en Reino Unido y causó desconcierto y quejas inmediatas entre los consumidores. McDonald’s justifica la medida asegurando que busca simplificar y agilizar los pagos en efectivo, pero usuarios denuncian que se trata de un aumento encubierto de precios.
Los clientes que pagan con tarjeta o métodos digitales no verán cambio alguno: los importes cobrados serán exactos a lo que indica el sistema. La polémica afecta sólo a quienes usan efectivo, y la cifra final se ajusta al múltiplo más cercano de cinco o diez céntimos. Sin embargo, numerosos comensales señalan que en la práctica se les redondea con más frecuencia hacia arriba, lo que representa un sobrecargo medio en cada compra.
El descontento se refleja en redes sociales y en quejas directas en locales. Algunos usuarios califican la medida de “injusta” y denuncian una subida oculta de precios. “No entiendo cómo esto es legal, deberíamos pagar lo que dice el menú”, afirmó un cliente indignado. Otro incluso mencionó la posibilidad de acciones legales por lo que considera “un robo disfrazado de redondeo”.
No es la primera vez que un país suprime la moneda más pequeña: Australia, Canadá y Nueva Zelanda ya aplican sistemas similares con éxito desde hace años, ajustando transacciones en efectivo para evitar la producción costosa y la circulación de monedas poco prácticas.
McDonald’s UK ha colocado avisos en sus restaurantes explicando el cambio, pero la comunicación ha sido considerada insuficiente y abrupta. La cadena insiste en que la revisión no afecta los precios oficiales y solo se aplica a pagos en metálico. Aun así, la reacción entre los clientes apunta hacia una resistencia creciente.
El fin del centavo, que en Estados Unidos cuesta casi cuatro céntimos producir, ha forzado a empresas a adaptarse rápido. Sin embargo, en un momento de fuerte sensibilidad por la inflación, esta medida no solo afecta la economía cotidiana sino que también encendió debates sobre transparencia en precios y protección al consumidor en Reino Unido.

































