Millones de personas participan hoy en una nueva oleada de protestas en EE.UU. y varios países contra el presidente Donald Trump y su gobierno. Más de 2.500 puntos en ciudades grandes y pequeñas albergan manifestaciones organizadas por la alianza No Kings, que denuncia un giro autoritario y el intento de Trump de gobernar como un monarca.
El movimiento No Kings, que ya movilizó en junio, vuelve a instalarse en las calles para demostrar que “Estados Unidos no tiene rey”. En Washington, D.C., la protesta principal congregará a miles frente al Capitolio, con apoyos de figuras políticas y organizaciones civiles como el ACLU, el Human Rights Campaign y los senadores Bernie Sanders y Chris Murphy.
En ciudades clave como Los Ángeles, donde se concentra una gran marcha en Gloria Molina Grand Park, la protesta se extenderá desde las 14:00 hasta las 17:30 hora local. También participan ciudades estadounidenses y internacionales, con eventos simultáneos en Canadá, México y Europa.
Los organizadores acusan al presidente Trump de centralizar el poder, desafiar la independencia judicial y usar la fuerza federal para intimidar opositores, citando la reciente decisión de conmutar la condena del excongresista George Santos como prueba de corrupción institucional.
Algunas autoridades locales se resistieron a aprobar las manifestaciones y se ha reportado presencia militar en varias zonas, percibida como parte de las medidas de Trump para frenar la disidencia. Sin embargo, los organizadores mantienen el compromiso con la protesta pacífica y aspiran a un récord histórico en asistencia.
La primera ola en junio surgió como respuesta a la exhibición militar por el aniversario del ejército y el cumpleaños de Trump, con pancartas que rechazaban “tronos, coronas y reyes”. Hoy, ese lema se reafirma para un movimiento que no solo denuncia acciones del ejecutivo, sino que llama a defender la democracia en las calles.
Este fenómeno simboliza el rechazo masivo a lo que muchos consideran un empeoramiento en las libertades civiles bajo la actual administración. Queda por ver si esta segunda ola de protestas impresiona en la agenda política y si fuerza algún cambio del lado de Washington.
