Aldin Muratović, secretario de Estado en el Ministerio de Diáspora de Montenegro, anunció un giro clave en la política hacia sus ciudadanos en el extranjero: dejar de verlos solo como remitentes de dinero y convertirlos en socios activos e inversores estratégicos para el desarrollo nacional.
Montenegro recibe casi mil millones de euros en remesas al año. Según Muratović, esta cifra es apenas la punta del iceberg y el verdadero reto es transformar esos fondos en proyectos sostenibles que impulsen la economía local.
El gobierno de primer ministro Spajić creó recientemente el Ministerio de Diáspora, una histórica primera vez para Montenegro, buscando institucionalizar la relación con sus emigrantes. El ministerio está ultimando dos documentos clave: un nuevo plan estratégico para 2026-2030 y una ley que regule la cooperación con la diáspora, además de un “Informador para facilitar derechos y trámites”.
Muratović fue duro con las administraciones locales:
“No estoy satisfecho con la colaboración actual entre las municipalidades y sus ciudadanos en el extranjero. Ha faltado voluntad, visión y conocimiento para desarrollar proyectos conjuntos sostenibles.”
Denunció la corrupción y las prácticas ilícitas que impedían iniciativas reales de inversión desde la diáspora, recalcando que esta dinámica debe erradicarse para no seguir perdiendo oportunidades.
En este sentido, el ministerio lanzó programas de cofinanciación para proyectos presentados por asociaciones en el exterior y planea un impulso fuerte en sectores estratégicos como ciencia, educación, turismo y agricultura. Además, se prepara un programa para preservar la lengua montenegrina entre emigrantes y sus descendientes.
Incentivos y apoyo directo a inversores migrantes
Muratović confirmó que los ciudadanos montenegrinos en el extranjero podrán optar a fondos públicos, subvenciones y beneficios fiscales para sus inversiones, ya sean en pequeñas empresas, startups o agricultura. El ministerio también dará soporte integral para que puedan acceder a fondos europeos y otros mecanismos financieros.
Durante las recientes “Días de la Diáspora 2025”, se celebraron seis foros de negocios donde inversores recibieron información directa de autoridades y expertos. Esto marca un cambio de fase: de diáspora receptora pasiva a agente económico clave.
El ministerio trabaja también en una oficina para facilitar la integración y el retorno de quienes deseen volver y emprender en Montenegro, un complemento al plan estratégico, que busca fortalecer la relación con todos los ciudadanos, sin importar diferencias políticas o religiosas.
Lo que busca Montenegro es claro: convertir la diáspora en motor real de desarrollo, combatir prácticas corruptas y construir un marco institucional que apoye inversiones sostenibles, con especial foco en aquellas localidades con grandes comunidades migrantes.
La estrategia no está exenta de desafíos. Muratović menciona limitaciones presupuestarias y la polarización social como obstáculos a superar para que esta política dé resultados en el mediano plazo.
Su mensaje a la diáspora es contundente:
“Montenegro nunca renunció a ninguno de sus ciudadanos, y ustedes nunca han renunciado a su tierra. Este es su hogar tanto como el nuestro.”
Con esta apuesta, el país apunta a un futuro donde la emigración no sea solo sinónimo de pérdida, sino una oportunidad para reconstruir y crecer juntos.
