Rachel Reeves, la canciller británica, confirmó esta mañana que romperá las promesas electorales de Labour y anunciará una subida de impuestos en el próximo presupuesto del 26 de noviembre. La líder económica laborista evitó negar que el impuesto sobre la renta subirá hasta en 2 peniques por libra para cubrir un agujero negro de £30.000 millones en las cuentas públicas.
En una rara intervención previa desde el despacho de 9 Downing Street, Reeves fue clara: “Cada uno de nosotros debe aportar su parte”. Evitó dar opciones como un recorte masivo del gasto o un incremento de la deuda, dejando la carga fiscal como única vía viable para rescatar la economía.
“Tengo que responder al mundo tal como es, no como me gustaría que fuera”, dijo la canciller, admitiendo la creciente presión financiera.
Señaló a la herencia del anterior gobierno conservador, con 14 años de austeridad, la caótica mini-Budget de Liz Truss, y el impacto del Brexit como causas principales de la débil situación económica. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria también bajó las previsiones de productividad, complicando aún más los números.
Además, problemas internos como la imposibilidad de ejecutar £5.000 millones en recortes de bienestar, la eliminación del techo de dos hijos en las prestaciones sociales y la reversión del fin de los pagos de ayuda a calefacción para 10 millones de pensionistas agravan la crisis fiscal.
Días antes de presentar el presupuesto, Reeves evitó confirmar si se mantendrán los compromisos electorales de no subir impuestos ni el IVA, ni la Seguridad Social. Esta ambigüedad contradice su discurso apenas seis meses atrás en 11 Downing Street cuando aseguraba que esas promesas estaban “grabadas en piedra”.
El equipo en Downing Street cree que la sinceridad de la canciller será valorada por el público, pero la memoria electoral aún retiene las promesas de Rachel Reeves y Keir Starmer de no subir impuestos. La traición podría ser letal para Labour de cara a las próximas elecciones generales.
Con la economía bajo presión, inflación alta y servicios públicos expuestos al riesgo de austeridad, esta maniobra fiscal decidirá si Labour puede retener la confianza de sus votantes o sufre un duro revés político. El presupuesto llegará en menos de dos semanas y la incertidumbre es total.
						
									

































