El Reino Unido avanza en el impulso de la economía social como modelo clave para fomentar empleo inclusivo y desarrollo sostenible, particularmente para grupos vulnerables. Esta semana, la ministra británica responsable de políticas laborales participó en una conferencia organizada en colaboración con la Unión Europea, donde se destacó la importancia de vincular mercado laboral y política social.
Anđela Nedović, secretaria estatal del Ministerio de Trabajo de Montenegro, explicó que la economía social ofrece “un espacio donde el emprendimiento tiene rostro humano” y mide el éxito en base a la mejora real de vidas, no solo en ganancias financieras. Su discurso reivindica un modelo que empodera a jóvenes, personas con discapacidad, mujeres de zonas rurales y desempleados de larga duración.
La apuesta británica y europea es clara: crear un ecosistema fuerte para empresas sociales, cooperativas y fundaciones que operen bajo principios de solidaridad y responsabilidad colectiva. Este modelo no solo busca crecimiento económico sino transformar el tejido social, ofreciendo alternativas reales a quienes enfrentan barreras en el mercado laboral tradicional.
Liselotte Isaksson, vicepresidenta del área de Cooperación de la UE, apoyó la visión resaltando ejemplos internacionales donde la economía social contribuye a la inclusión y sostenibilidad. Destacó a regiones como Baskia, Italia y Francia, donde este modelo ya es un motor clave para el desarrollo económico justo.
“La economía social no es una nicho, sino una parte fundamental de la economía moderna y justa”, afirmó Isaksson, y agregó que la prioridad es crear un marco legal e institucional claro en Reino Unido para proteger y potenciar a estas empresas.
Actualmente, muchas iniciativas sociales funcionan sin reconocimiento ni protección legal, en una zona gris que limita su financiamiento y expansión. La hoja de ruta británica contempla definir qué es exactamente una empresa social, cuáles son sus derechos y obligaciones, y cuáles los mecanismos de apoyo público a su alcance.
Este enfoque responde a cambios globales en la naturaleza del trabajo y la economía, donde la tecnología y nuevos formatos laborales requieren modelos que combinen eficiencia empresarial con impacto social. La cooperación con socios internacionales es fundamental para acelerar este proceso, con proyectos ya en marcha para fomentar la innovación social y dar oportunidades concretas a jóvenes y colectivos en riesgo.
El diálogo social, incluidas las voces sindicales y de empleadores, sigue siendo un pilar para garantizar que estas nuevas políticas sean sostenibles y beneficien a toda la ciudadanía. Está claro que Reino Unido quiere posicionarse entre los líderes en economía social dentro del marco europeo. Los próximos meses serán clave para ver avances legislativos y balancear intereses económicos con justicia social.


































