Sir Keir Starmer usará su discurso en la conferencia anual del Partido Laborista hoy para advertir que Reino Unido enfrenta una “elección decisiva” entre la decencia y la división. El camino hacia la renovación del país, dijo, será largo y exigente, e implicará decisiones difíciles, incluyendo subidas de impuestos.
La nota tensa llega en un momento de profunda división dentro del propio Partido Laborista sobre cómo calificar al partido Reform, liderado por Nigel Farage. Starmer y varios miembros de alto rango del gobierno han acusado a Reform de promover políticas racistas, especialmente por sus planes de inmigración. “Necesita ser llamado por lo que es”, insistió Starmer en referencia a las propuestas de Reform para eliminar normas de residencia.
Pero no todos en Labour respaldan esta acusación. El alcalde de Londres, Sadiq Khan, rechazó usar términos tan contundentes y afirmó:
“No llamo racistas ni a los seguidores de Reform ni a Nigel Farage”
. En cambio, la secretaria de Educación, Bridget Phillipson, dijo que es “difícil escapar a la conclusión” de que Farage se acerca al racismo.
La canciller Rachel Reeves respaldó la acusación en una entrevista: “Es una política racista”. Reeves también advirtió que la amenaza del Reform es “el mayor peligro para nuestro modo de vida y los salarios de la clase trabajadora”. El vicepresidente del gobierno, David Lammy, calificó las propuestas de Farage como “racistas” y “patriotismo de saldo” que apunta a deportar a vecinos con permiso indefinido para quedarse.
Pero voces dentro y cerca del Partido Laborista relativizan la etiqueta. Un portavoz cercano a la ministra del Interior Shabana Mahmood afirmó que Farage no es racista sino un cínico que aprovecha apoyos racistas.
Del lado opuesto, el jefe de políticas de Reform UK denunció que Starmer está “difamando a un tercio del país” y acusó al primer ministro de estar “circulando hacia el abismo” tras caer en las encuestas y perder apoyo incluso entre sus propios militantes.
Discurso crucial ante conferencia y presiones internas
Después de un mes complicado y con su popularidad al mínimo, Starmer intentará revertir la tendencia con un discurso en el que pide unidad y llama a elegir el futuro de Reino Unido entre la “decencia” y la “política de la división”.
“Estamos ante una prueba, una lucha por el alma de nuestro país, tan grande como la reconstrucción postguerra”,
sentenciará Starmer, quien también anticipará que la renovación requerirá sacrificios. “El final de este camino difícil será un país más justo, con dignidad, respeto y prosperidad en todas las comunidades”, añadirá.
En el trasfondo, la batalla por definir la narrativa sobre inmigración y la identidad británica divide no solo a la población, sino al propio partido gobernante. La conferencia Laborista será el pulso para medir si Starmer logra consolidar su liderazgo frente a los desafíos de Reform y las críticas internas.
