Viktor Orban llegó a Washington hoy para reunirse con Donald Trump en una visita clave que pone en foco la estrecha relación bilateral, pero también revela tensiones por la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia.
El primer ministro húngaro encabeza una delegación de 180 personas y se aloja en Blair House, al lado de la Casa Blanca. Orban busca un “paquete económico y energético” que garantice la seguridad energética de Hungría, según dijo el ministro de Exteriores húngaro antes de la visita.
Washington ejerce presión para que Hungría reduzca sus importaciones de petróleo ruso, pero Budapest insiste en mantenerlas alegando razones de seguridad nacional. Trump confirmó que Orban solicitó una exención a las últimas sanciones estadounidenses contra las compañías energéticas rusas Lukoil y Rosneft, pero aseguró que todavía no ha sido concedida.
“Es un amigo mío, ha pedido una exención, pero no la hemos concedido”, dijo Trump desde Air Force One.
Expertos consideran que la visita supone un “alto riesgo” para Orban, ya que la opinión pública en Hungría ha vinculado la reunión con la posible obtención de esas exenciones. Sin embargo, la administración Trump no quiere debilitar a Orban de cara a las próximas elecciones en Hungría y podría ofrecerle una victoria simbólica.
Para suavizar tensiones, Hungría podría anunciar mayores compras de gas natural licuado (LNG) a Estados Unidos o avanzar en acuerdos para el desarrollo de pequeños reactores nucleares en la planta de Paks. También está sobre la mesa un posible pacto de defensa para fortalecer el ejército húngaro mediante cooperación bilateral.
La guerra en Ucrania sigue siendo protagonista. Aunque Hungría ofreció ser sede de una cumbre entre Trump y Putin que nunca se concretó, el veto húngaro a la apertura de negociaciones para la adhesión de Ucrania a la Unión Europea es otro foco de conflicto. Estados Unidos podría usar esta reunión para presionar a Orban a apoyar la entrada de Ucrania en la UE a cambio de alivios o acuerdos económicos.
Mientras tanto, la visita coincide con la decisión de la Agencia de Medios Globales de EE.UU. de dejar de financiar el servicio en húngaro de Radio Free Europe, una de las pocas voces críticas contra Orban en Hungría. La reducción de fondos podría suponer su cierre. Kari Lake, CEO interina y firme partidaria de Trump, justificó la medida alegando que ese canal socava la política exterior de la administración hacia Hungría.
Hungría mantiene así su posición delicada: apoyo político cercano a Trump, resistencia a abandonar la energía rusa y bloqueo a Ucrania en la UE, todo en medio de un contexto de sanciones y guerra donde Washington juega con su influencia en Budapest.


































