Un avión American Eagle CRJ-900 quedó cubierto de combustible esta mañana en Dallas/Fort Worth cuando un trabajador de la empresa contratista Menzies perdió el control de la manguera durante el repostaje.
El incidente ocurrió el 11 de octubre en las primeras horas en la Terminal E del aeropuerto mientras el aparato, matrícula N593NN, se preparaba para despegar. La manguera presurizada se soltó y comenzó a rociar combustible de forma descontrolada por debajo del avión y el área del andén.
Imágenes captaron chorros de combustible vertiéndose y acumulándose en el suelo. Los equipos de emergencia respondieron rápido, desplegando barreras absorbentes y cortando el suministro para evitar riesgos mayores de incendio o contaminación. Las operaciones cercanas quedaron temporalmente suspendidas durante la limpieza.
No se reportaron heridos y el avión fue limpiado y volvió a operar el mismo día. Sin embargo, las autoridades investigan si fallaron los dispositivos de seguridad como el interruptor de “deadman” que detiene el flujo si el operario suelta la manguera. También revisan las condiciones de mantenimiento y los procedimientos seguidos por el personal.
Repostar un avión implica sistemas de seguridad estrictos, desde válvulas hasta sensores de presión, pero desconectar las mangueras es un momento crítico donde errores humanos o técnicos pueden provocar emergencias graves, por el alto riesgo inflamable del combustible.
Este incidente pone en foco la necesidad de repasar protocolos y la formación continua del personal de tierra. La exposición directa al combustible representa además un riesgo para la salud del trabajador involucrado, con posibles efectos por contacto o inhalación.
Por ahora, el impacto comercial o de imagen parece limitado. Pero cualquier fallo en operaciones terrestres puede poner en jaque la confianza del público en la seguridad aérea, un aspecto clave para las aerolíneas y aeropuertos.
Investigadores seguirán analizando causas y propondrán medidas para evitar que se repitan situaciones similares. El correcto funcionamiento del equipo y el rigor en los controles pueden marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.
