Por tercer año consecutivo, un grupo de vandálicos ha dañado el memorial de guerra en Bilsthorpe, Nottinghamshire, una exhibición que rinde homenaje a los soldados británicos caídos. Los responsables del monumento, Glenys y Arthur Pinnock, lo han construido y mantenido durante seis años con sus propios fondos.
El memorial, compuesto por siluetas de soldados y amapolas de madera, ha sufrido ya tres ataques en lo que va de temporada, justo cuando los voluntarios del Reino Unido comienzan a recaudar fondos para la Royal British Legion y su campaña anual Poppy Appeal, clave en el apoyo a veteranos y familiares de fallecidos.
La policía local calificó los actos como “absolutamente vergonzosos”, aunque fuentes cercanas los tildan de “incalificables”. Estos ataques se producen en un momento sensible: a pocos días del inicio de las ceremonias del Remembrance Day, cuando el país honra a quienes dieron su vida en conflictos.
La historia cobra especial fuerza porque los Pinnock no solo han dedicado tiempo, sino dinero propio a la construcción y mantenimiento del memorial, símbolo que representa el sacrificio y la libertad. El daño reiterado amenaza no solo la estética sino el mensaje de respeto que contiene.
Para reparar los daños, se ha creado una campaña de recaudación en JustGiving que busca cubrir el coste de la madera y materiales necesarios. La comunidad local y seguidores de la memoria militar están llamados a colaborar para restaurar el tributo.
Este caso es otro ejemplo de la brecha entre quienes honran al pasado y quienes muestran desprecio por esos símbolos, en momento en que el país se prepara para recordar su historia militar y a sus héroes.


































